Seguidores

lunes, 5 de septiembre de 2011

Amazonas 2042

Amazonas 2042 La marea me dejó arenas de plata que pondré en el reloj del tiempo que no pasa. La marea me dejó islas inundadas donde atrapar con mi red una historia de piratas. La marea me dejó la piel cuarteada, la miel en los labios, las piernas enterradas. Es la letra de la tonada que escucho por los auriculares, mientras me inspiro para escribir estas líneas en la misma tierra que me vio nacer en una noche de noviembre, en medio de lluvia y tormentas. Esta selva que atrapa y abandona, es la misma que sirve hoy de testigo para dejar plasmadas en estas líneas sentimientos y obsesiones. Y es que el escribir es un acto que bien puede ser mentiroso y artificial, como por igual una gran oportunidad para dejar escapar sin culpas esas verdades que vamos construyendo mientras nos bebemos una chuchuwasa, mientras maldecimos la manigua que no suelta, mientras regurgitamos antiguos dolores o les damos simplemente santa sepultura, dejando que las aguas del rio Amazonas confunda con sapiencia nuestras lágrimas entre sus aguas. Estas son verdades construidas mientras me monto en una moto que desfila sagradamente entre el parque Santander y el Aeropuerto Vásquez Cobo con motociclistas sin rostros encriptados en pasamontañas de plástico. Verdades que vamos construyendo mientras escuchamos un Pagodinho con una cerveza bien fría desde un mirador de Tabatinga, mientras pasan las horas y no compramos el sábalo y la fariña. (O que mais quero É te dar um beijo, e o seu corpo acariciar. Você bem sabe que eu te desejo, está escrito no meu olhar. O teu sorriso é o paraíso, onde contigo eu queria estar. Ai quem me dera se eu fosse o céu, você seria o meu luar. Eu te quero só prá mim, como as ondas são do mar. Não dá prá viver assim, querer sem poder te tocar…)Estas son verdades amalgamadas, en la que la mirada propia es alimentada y confrontada con la de otros; que han llegado y siguen llegando a esta tierra innombrable. Es una verdad soportada con la mirada silenciosa, picara y juguetona de aquellos que siempre han estado aquí. Mis verdades también se construyen al ritmo de anuncios cotidianos que por estos días en medio de un griterío sordo prometen la paz, la justicia social, el bienestar, la responsabilidad, el trabajo, la honestidad, la gestión, el desarrollo, el empleo, la seguridad, la Cultura, la educación, el deporte, el compromiso, la seriedad, la salud y hasta la entrega de la propia vida si fuera menester para hacer de esta tierra una nueva Grecia, o al menos no una copia burda de la isla Utopía. Mis verdades las cultivo en Leticia; donde un camión se entierra en una calle cerca a la frontera con Tabatinga en clara apología a lo que nos dijo Einstein: El espacio es torcido, o mejor para no generar suspicacias, curvo. (La Utopía está en el horizonte. Camino dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, para qué sirve la utopía?. Para eso, sirve para caminar. Eduardo Galeano). (Oye, y yo lo siento, tu lo sientes, es un sentimiento fuerte que se convierte, y hablo un idioma que no entienden y que me importa, que puedo perder…). Cuando lo escrito corre el riesgo de publicación son varios los miedos con los que se deben lidiar, y uno grande, para mi caso, es el potencial lector. Y destaco este miedo, entre otros, por el temor al efecto no deseado que pueden causar estas líneas. Lo anterior supone el riesgo de malinterpretación en lo que se escribe o se intenta transmitir, pues siempre quedaras frente a la duda de si lo que querías decir fue en este caso escrito con la suficiente claridad para el otro. Pero realmente un riesgo más allá de lo expresado aquí ,es el considerar la avasalladora posibilidad de ser infectado con un meme, con una idea, que empezó ya a penetrar como gusano silencioso en la mente de cada lector en este preciso instante. Quien realmente está en riesgo eres TU apreciado lector. Expuestas estas consideraciones, que el lector asuma también su responsabilidad, que va desde asentir en silencio la infección del meme, infectar a otros, prevenirse desde ya, valorar el esfuerzo de la curación, proponer mutaciones fecundas del mismo, seguir replicando automáticamente los ya conocidos, sonreír y pasar la hoja simplemente, o indefectiblemente no parar y continuar a sabiendas de lo dicho. Con el advenimiento del Internet, cada paso por la red es una marca indeleble, en principio, en las movedizas tierras de lo virtual. Pero irónicamente tenemos puesta nuestras esperanzas en ella, bajo el supuesto que un texto como éste podrá ser leído 30 años después, en el 2042, gracias a la “nube”. Esperemos que dentro de las siguientes 260.000 horas no pase nada catastrófico en el planeta, o que irrumpa una “lluvia lógica” que diluya la nube, de forma tal que se altere de forma significativa el presagio de volver a leer estas líneas en el futuro. 2666. 2046. 2012. 1984. Por qué no 2042?. 2666, de Bolaño. 2046, de Wong Kar Wai. 2012, el “fin del mundo”. 1984, de George Orwell. 2042, el año del Amazonas. Para ese año, del cual nos separan apenas 260.000 horas, se “celebraran” los 500 años del “descubrimiento” de esta región, de la Nueva Andalucía, del gran río mar, claro, si es que para esas fechas futuras ya la humanidad pudo superar por fin ese viejo hábito de “celebrar”, u “olvidar” en muchos casos, los acontecimientos que marcan para siempre nuestras existencias. El tiempo apremia, y quizá, como toda dama a la que van a celebrar, deba desde ahora el Amazonas desvestirse, bañarse, perfumarse y vestirse para SER y verse bella. Al final, la vida es un carnaval. Azúcar. El llamado, la convocatoria, es un simple meme de cuatro dígitos: dos, cero, cuatro, dos. Un meme que puede ser tan poderoso como nos podamos proponer, que serviría de eje para la transformación de nuestra realidad Amazónica en un maravilloso sueño Amazónico, salvaguardándola de todo riesgo que pudiera desbocar en trágicas pesadillas. Al final, nadie está obligado a sufrir, ni lo pueden obligar a sufrir. Si así lo asumimos, 2042 puede ser un catalizador para brindar espacios de libertad y de construcción de un sueño a partir de lo que realmente anhelamos: menos miedo, menos dolor. El cierre, la culminación, el dar por terminada nuestra testarudez, nuestra ceguera interior, es prerrequisito para avanzar en y hacia 2042. La historia hasta ahora vivida es una vieja alforja y su carga pesada no nos ha dejado volar. Ataviados como estamos de nuestro “ego egoísta” en este transitar evolutivo, solo fatiga al alma, cansancio al corazón y sufrimiento físico de unos y otros, es lo que estamos empeñados en entregar y dejar por herencia desde hace ya bastante tiempo, sin que nada permita la modificación de nuestra propia condena a la infelicidad que tal herencia produce en todos y cada uno de nosotros. Es el fruto de la cosecha en la que estamos empeñados en reproducir. La sonrisa y satisfacción de unos y otros como legado hace escaza presencia en los caminos hasta ahora andados. ¿Acaso abundan esfuerzos continuos por perpetuar y democratizar la felicidad y la belleza en cada cultura, espacio y tiempo por donde hemos transitado como humanos?. Tímidos esfuerzos quizás sea toda la respuesta que tengamos para nosotros, en un claro ejercicio de obtener una respuesta honesta y libre de todo engaño o artificio que generalmente terminan justificando las acciones de nuestro “ego egoísta”. Y esto es válido para la historia vivida hasta ahora en estas tierras, donde el alma también se pinta de verde. (Una visión de futuro de la Amazonia no debe dejar de reparar en su historia. Germán Palacio). Somos viajeros de la vida, más que polvo cósmico transhumante que hacen eco constante de nuestros orígenes estelares, somos hologramas proteicos de lenta pero condenada evolución, que coincidimos en el hoy de este espacio llamado universo y nos encontramos frente al reto de decidir tomar el tranvía que tiene por destino una época nueva, pródiga en retos y sorpresas. 2042. Un salto gigantesco es el que nos espera, que nos llevara a espacios y tiempos novedosos y reconfortantes, a vivencias y aventuras insospechadas. Tenemos esa posibilidad, es lo que nos hace grandes y valiosos como experimento de auto organización de la materia y por ende lo que somos: seres humanos. Viajamos en y a través del hoy, nuestra Itaca es el mañana, y el mañana es un futuro más próximo que lejano. Tan sólo 260.000 horas para el 2042. Estamos frente al punto sin retorno, decididos a reconocer en nosotros mismos el ángel caído que a punto de tocar el precipicio, decide expandir sus alas para el deleite propio de un vuelo infinito. Sin alas de cera. Quien se enfrenta a estas letras ya sabe cómo ha ido nuestro pasado, por lo que repetir la historia sería redundar, sin que ello implique olvidarla jamás como fuente de inspiración y enseñanza. Ese futuro que veíamos lejano, hoy lo sentimos y lo vemos más cercano. 260.000 horas para el parto, previo a los dolores. Y será doloroso vernos a nosotros mismos, pues abrir los ojos al “ego egoísta” que cargamos a veces hasta con orgullo, no resultara siempre placentero. Es quizás el primer paso para asumir con responsabilidad la existencia nuestra y la manera como nos vamos afectando unos a otros, pero también es una gran posibilidad para perdonarnos y reemprender el camino, libre de viejas culpas que no nos dejan avanzar y que hasta ahora siempre han resultado más cómoda mantenerlas como invitadas permanentes en nuestro diario vivir, haciendo muchas veces gala de ellas sin el más mínimo pudor. O peor aún, brindándoles a ellas el control pleno de nuestras vidas. Pero el llamado a ponernos de pie y dar los primeros pasos esta a la orden del día. 2042 es una buena excusa. La diáspora ha empezado sin que nos fuéramos percatando de ello y ahora ya no podemos hacer oídos sordos a los pasos dados por el camino evolutivo que una pequeña, pero valiosa multitud solitaria, lleva emprendiendo por largo tiempo y que también carga su propia utopía: 2042. Entramos en una etapa en donde estar despiertos tendrá más valía que afanes y preocupaciones hasta ahora nimias y de compensaciones bastante viscerales, como el poseer y el aparentar. El “tener”, el “apego”, el esfuerzo y la energía derrochada por mantener el “holograma inmaculado” o artificial, resultan fútiles ante la fugacidad de la existencia (vivimos en promedio en estas épocas tan sólo 700.000 horas), por lo que nuestra mirada estrecha del vivir transita a ideales más nobles, en donde se nos exige un abrir los ojos. Para ello hemos de enfrentarnos a una reevaluación de la felicidad y la belleza a la que cada ser del Universo aspira y al que tiene pleno derecho, haga uso de el o no. (Mejor definición de felicidad y belleza la leí de un catalán, que define a la primera como ausencia de miedo y a la segunda como ausencia de dolor, apreciaciones que ya las hice mías arriba y las comparto aquí sin mayores escrúpulos). Quizás podamos explicar con profunda seriedad y sostener técnicamente los orígenes de la desigualdad, el temor y el sufrimiento actual de más de 6.000 millones de seres humanos en el planeta, que viven por debajo de la “curva” de pobreza y a los cuales se les arrebata las oportunidades para acceder a un bienestar próximo a los ideales de felicidad y belleza. No obstante, el sacrificio irracional de experiencias de vida están al orden del día, mutilándose las sonrisas de las almas sin escrúpulos ni pudor, arrancando lagrimas silenciosas de corazones áridos en donde no brilla la esperanza. Esa gotica azul que vaga “errante” por este universo, y en la que viajamos todos, es la plataforma y fuente de riqueza de todos pero de provecho para solo unos cuantos. Algo apesta. Algo huele mal en el barco donde vamos todos. Ya no digo nada del camarote amazónico. Que cada quien se las arregle si piensa con la nariz. En esta nueva etapa en la que entramos rumbo al 2042, no nos podemos mentir. Sin pretender caer en absolutismos baratos ni posiciones esotéricas o políticas de vieja guardia, es importante en estos tiempos no pasar de lado la consideración humana en cada paso a dar, pues sólo así podemos celebrar con “conciencia” la entrada a una nueva etapa, a un “nuevo año”, de lo contrario el “avanzar” en el tiempo será sólo ilusión que nos mantiene dormidos a los retos al que nos enfrentamos en estos tiempos, con las herramientas actuales. Y por desgracia, si no modificamos nuestro sentires, anhelos y la cosmovisión estrecha que nos caracterizan a muchos, estaríamos condenados nuevamente a que las posibilidades recientes vuelvan a ser para pocos, confirmando por desgracia que la inequidad entre la raza humana es más una constante histórica y un lastre, que una excepción, y que probablemente nos conduzca a la desaparición como experimento cósmico. Cosa que vista a escala cósmica no afecta en lo más mínimo la dinámica propia universal, salvo la nuestra. Si el problema son las escalas, empecemos el cambio con el entorno en el que se encuentran nuestros más cercanos, o mejor aún con el más cercano que tenemos siempre a nuestro lado y que no nos percatamos nunca: nosotros mismos. Y 2042 puede ser una buena excusa para empezar a limpiar nuestro puesto en el gran Bergantín, y para aquellos otros que también viajan en el mismo barco, estén lejos o cerca de nuestro privilegiado puesto; en donde los atardeceres se desangran ante nuestros ojos bendiciendo la entrada de la noche, mientras a nuestras espaldas lloran los árboles sendas cantidades de flores en misterioso silencio. Contribuyeron a la construcción del meme Amazonas 2042, una banda sonora compuesta por Vetusta Morla, el Maestro Jorge Drexler, Carlos Chaoen, Bomba Estereo, Pedro Bernal Mendez, y el Grupo Revelaçao, además de unos textos que por estos días han llegado a mis manos: El país de la Canela de William Ospina, las crónicas de Fray Gaspar y el Articulo Amazonía: complejidad, imaginarios y opciones de futuro del Profesor Germán Palacio. Finalmente, señores del futuro 2042, esperemos que para esas fechas sepan reconocer ustedes nuestro esfuerzo por entregarles un futuro-presente mejor del que actualmente vivimos y así no le demos excusa para escuchar una vez más a Enrique Santos Discépolo y su Cambalache. Amén.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Servicio de Internet Digno para la Selva Amazonica

Se ha afirmado con contundencia que los procesos de transfomacion social resumidos en el tipo ideal de sociedad red, sobrepasan la esfera de las relaciones de produccion sociales y tecnicas: tambien afectan en profundidad a la cultura y al poder. Las expresiones culturales se abstraen de la historia y la geografia, y quedan bajo la mediacion predominante de las redes electronicas de comunicacion, que interactuan con la audiencia en una diversidad de codigos y valores, subsumidos en ultima instancia en un hipertexto audiovisual digitalizado. Hablamos de Internet. HABLAMOS de uno de los mayores inventos que se ha puesto a disposicion de la humanidad para el mejoramiento nuestro como sociedad y como personas en la medida que pone al servicio de los seres humanos todo lo que hemos construido hasta ahora. No obstante, las sociedades no tienen acceso al servicio en forma digna, lo que ya se hace discriminatorio. Por eso desde aqui se insta a que solicitemos un servicio digno para los pueblos de la region amazonica. Apoya nuestra idea de acceso libre y digno a la red de toda la sociedad sin discriminacion. Unete a nuestra iniciativa en facebook: http://www.facebook.com/pages/Servicio-de-Internet-Digno-para-la-Selva-Amazonica/174347919244266

miércoles, 6 de octubre de 2010

Ad portas de la sincronización entre la TV, el laptop, el movil y el tablet... llega GOOGLE TV

Si señores, este blog retoma nuevamente fuerza para compartir noticias variadas y mezcladas, como un cocktel virtual, pero con equilibrio y buen gusto. Retomo el blog abriendolo con un tema impresionante en su significado como es la llegada de Google TV y la importancia que ira cobrando Android en el desarrollo de los aspectos tecnologicos, no ya del futuro, sino de lo que nos espera a media vuelta..

Aqui un enlace para que le demos la bienvenida a Google TV:

http://www.google.com/tv/quicktour_noflash.html